encantamiento se había apoderado de la casa, del jardín, de la carretera, de todo cuanto yo podía mirar desde la torre. No quería fijarme en la luna llena a través de los cristales. Pensaba que eso podía traerme una suertedesgraciada.Perosuimagenmeasaltóenundescuido. Estaba inmensa, fría y perfecta. Desde aquel momento una sombra cayó sobre mí. Me senté a tu lado, vigilandote. ¡Qué serenidad emanaba tu rostro! No podía