Genoveva lo contaba serena, fríamente, insistiendo en la pulcra exposición de los hechos. Ni una nube de melancolía, ni un temblor en el recuerdo... Una brisa ligera y fría entró por la ventana y Genoveva se estremeció. --¿La cierro? --dijo Julián. Ellanegóconunmovimientodecabeza.Lacopa estaba vacía en sus manos y ahora sí, ahora le brillaban los ojos, se empañaba la mirada, pero las lágrimas no brotaban, «porque ni la capacidad del alcohol para disolver