dejado de fumar; y ya no usa las botas en casa. lncluso se afeita a diario y un día se metió en el baño sin que se lo dijeran. «Vaya, vaya», oyó Renato bromear a Anunziata,«noscomponemos,¿eh?».«Sí»,replicóel viejo, «quiero morirme guapo». «Milán le civiliza», comentó Andrea pocas noches atrás. Pero Renato sabe: no es Milán, sino el niño; Brunettino