-exclama, mirando en torno--. ¿Un solo alemán asusta a tantos profesores?... ¡ En el frente me hubiera gustado verles! Pero, claro, ninguno hubiera ido. ¡ Todos emboscados en retaguardia, con sus libros y sus papeles! -Yoluché-replicatranquilamenteBuoncontoni. -¿Usted? -inquiere, acordandose a la vez del profesor que tenían en su partida, allá en la Sila. Buoncontoni se suelta la corbata de pajarita,