, me callo, no vayas a darme la espantada como a la Dunka aquella. -¿Espantada yo? ¡ Si tengo lo que ya no me esperaba tener más! Sus dedos forman una cruz sobre sus labios. Suvozhavibradotanhondoqueelsilencioseimpone a los dos. El hombre se asoma a mirar por la ventana. Luego se sienta en la silla próxima a la cama. -Estás cansado... Como no duermes, por el