, un patán, un salvaje que ni siquiera se baña! » Esa era otra manía suya. Siempre bañandose, antes y después. Hasta en la mar se metía de noche; no le daba miedo el agua tan negra. Cuando entraba en la bañera antes yomehartabadeesperarlaymeplantabadesnudoen aquel cuarto lleno de espejos. Le gritaba: «¡Sal de ahí, mira cómo estoy! » Ella me miraba, me veía a punto y empezaba a reír, señalando con el dedo. ¡ Cómo