; con ellas llegaría hasta la frontera provisto de equipaje, pasaporte y tarjetas de crédito. Después... Después, al otro lado, todo, hasta el cambio de nombre, era posible. Atrás quedaría el cadáver tendido en el sofá de lasalayunacasaencuyointeriorabandonaba otra vida también, la suya propia, como una vieja piel de serpiente; al menos, la vida transcurrida en los últimos doce años y en aquel lugar, los años y el