, velada su mirada por unos párpados casi transparentes, como de mármol yacente. Le habían pedido al viejo, momentos antes, que sujetara al niño, pero se negó violentamente a tamaña complicidad y se retiró hasta la puerta, apoyandose en lajambaparaquenadiesalierasinrendircuentasde lo que ocurriese. Desde ese momento su mano oprime la navaja, cerrada en el bolsillo del pantalón. «Si ese tío me lo desgracia se la clavo aquí mismo», sentencia
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RENDIRII - Dar una utilidad, un beneficio o una ofrenda