Pero, ¿dónde la vamos a meter? --preguntaron al unísono el profesor y la Emilia. --Eso --dije-- ya lo tengo yo pensado. Capítulo vigésimo NO HAY REPOSO AUNQUE el sol seguía estando alto y todos los relojes señalaban aproximadamente las tres y veinticinco, Cándidadormitabayacontrasufarola.Alguien le había dicho que a esa hora menudeaban las posibilidades de hacer unas pesetillas, porque los empleados de banca, al concluir su jornada, gustaban de resarcirse