de extremo dolor se destacaba ante mis ojos una realidad anodina, en la que quizás nadie reparaba. El médico escribía un informe en un papel. Cumplía su función con indiferencia, incluso se equivocó varias veces. Rompió la hoja donde escribía y sacó otranuevadesulibreta.Apuntabadatosqueanadie podían interesarle. A mí todo aquello me parecía una profanación, algo tan terrible como la muerte misma. De tu rostro sólo podía entrever, a lo lejos, tu nariz y tu boca