su mano temblona... Quiso dejarse llevar, aplomarse con el eco de la caída y dormir para olvidar los dolores, dormir en pos de una calma fugitiva de la que sólo percibía destellos semejantes a los plateados del pez que desaparece entre la corriente. El estómago heridonoleconcediótreguayreclamósulugar mordiendo la carne con vehemencia. Sintió húmedos los ojos y las mejillas y le pareció que no era pena ni desolación lo que le acongojaba sino algo tanto más