los peldaños sin vacilar. Al momento, ¡qué seguridad en los golpes! Primero considera brevemente la fronda, reflexiona, acaba decidiendose por una rama y chas, chas, la derriba limpiamente. Al cabo deja la escalera para instalarse en una horquilla baja, desde dondepodaalrededor.Vuelvealaescalera,desciende, la cambia de sitio, vuelve a subir... Al fin baja definitivamente. El joven le acoge confuso. -¡Qué vergüenza! -murmura.