? Con la toalla húmeda apretaba el finísimo torrente, pero cuando la soltaba la sangre afluía con más fuerza. «Me voy a desmayar --pensó David--. Desmayado sobre el suelo del cuarto de baño, desangrándome sin que nadie se entere...» --¡Mamá!--gritó,yabriólapuerta. Todo su orgullo se escapaba cuello abajo, mezclado con la sangre jabonosa, y cuando la madre apareció portadora de ayudas y reproches y de un exaltado convencimiento