estéticas obedece en realidad a una decrepitud prematura de sus centros receptivos y motores: en otras palabras, a un proceso galopante de senectud. No sólo desdeña, el muy desgraciado, el conjunto artístico, monumental -rigurosamente trazado para prevenir todo conato de efervescencia o desorden-quesedespliegadelPalaisRoyalala Concorde, sino que extiende dicha actitud de rechazo a bibliotecas, teatros, exposiciones, museos. La silueta maciza del Louvre -hosca y amenazante como la