guerra en el mar, fue un compañero.» La lluvia continúa y ella le invita a almorzar con tanta naturalidad que es imposible negarse, aparte de que el viejo ni lo piensa. De todos modos ya sería tarde,pueslamujerhapedidoelnúmeroyseapresura a telefonear que el señor Roncone no irá a almorzar. ¡Qué ama de casa más dispuesta! En un momento sirve una pasta exquisita. ¿O será que ahí se pasa el