en su sillón duro, frente a la ventana. Suena el teléfono y Andrea lo coge: -Papá... Digo, abuelo, es Rosetta. ¿ Le brillan a Andrea los ojos tras haber hablado un momento? «¡Si fuera eso!», piensa el viejo, acudiendoalteléfono.Yeseso. -¿ De veras ?... ¿ Cuándo le entierran ? Oye sin oír. A su oreja llega lejana esa voz, contandole lo que en sus deseos ya ocurrió hace mucho