lanzaría dinamita, destruiría Milán entero. Pero sólo puede rezar hacia el niño un mensaje de ánimo: «¡Calma, Brunettino, que ya voy! ¡No grites, será inútil, te quedarás ronco y te pincharán! ¡Calla, engañales, paraqueyopuedaacudir!¡Nosufras;estoycontigo!» Pero el pobrecito aún ignora los ardides en la guerra y se desangra en luchar de frente, reducido ya a sollozo agotado, lamento desolado, desesperanza..