el niño es instalado en su cuna. El viejo se sienta a sus pies y reanuda su canturreo, como medio siglo atrás junto a sus corderos. Tonada melancólica, porque le sigue pesando su fracaso ante el botoncito. «De modo que siestuviéramoslosdossolos»,cavila,«¿meseríaimposible vestirle para que no se resfriara ? No. No iba a envolverle en la manta; no es modo para un niño». El viejo, absorto en sus pensamientos, no percibe