electrodos contra el cuerpo, luces en la pupila, preguntas y palpaciones, el viejo acaba flotando como un corcho a la deriva y perdiendo interés por lo circundante y casi por sí mismo. Por eso cuando le desnudan otra vez y se ve en ungranespejo,leparececontemplaruncuerpoajeno. El no es ese pellejo huesudo, curtido en el velludo tórax y blancuzco en las nalgas y caderas. Resulta ofensivo que le exhiban esa estampa senil al veterano gozador,