allí está. Tu padre la habrá olvidado, pero has de saberla porque es tuya. Todos tus difuntos la pisaron, los míos no cuentan, pues no los tengo, quitando mi madre. Pero yo gané para ti esasenda,graciasalaSalvinia,quemecasócontu abuela.» El viejo calla y vuelve a aguzar el oído. «¡Cuántas alarmas esta noche...! ¡Ah, sí, la senda! Mira, una plaza