antes de rendirse al sueño, es que Brunettino, acunado en sus viejos brazos, sin duda se siente tan en su nido como él ahora en el sillón de Hortensia. ¡Por eso la sonrisa feliz entre los rosados mofletes del niño! Sentadaenfrente,lamujerlecontempla,sus manos sobre la falda. La cabeza ligeramente ladeada y, en los ojos, hondísima ternura derramandose hacia ese hombre. En el corazón, melancolía indecible; en los labios