Dunka! ¡Su cuerpo sí que era frutal, dulce, oloroso! » Y jamás fría, la tibia piel; siempre cálida, viva, la inolvidable compañera de lucha y de placer... ¡Oh, Dunka, Dunka! Esfumada sufiguraenlosúltimostiempos,perohabitando siempre el viejo corazón, animandolo en cuanto reaparece desde el pasado... Al desnudarse acaricia el viejo, como todas las noches, la bolsita colgada de su cuello, con sus