sería muy gris y este planeta muy triste plaza. Nuestro peregrinar por alfombrados pasillos, de cuyas revueltas, encrucijadas y entreveros procuré levantar croquis mental por si había que desandarlos sin guía y a la carrera, finalizó ante una puerta que, a diferencia de las de cristal esmerilado que flanqueabanlospasilloscitadosaliniciodeeste párrafo, parecía compuesta de caoba u otra lustrosa pasta y no conducía, como nos fue dado advertir al sernos aquélla abierta, al sanctasantórum de la empresa,