» o «Ya ha empezado el calor>>; iba a gritar cualquier frase vulgar, pero valiosa, porque sólo las palabras destruirían la pared enemiga. Tan sólo las palabras, armas, ácidos, vendavales, vencerían al silencio. PerofueelhijomenordeDavidelqueinicióelataque. Había permanecido todo el rato con la cabeza inclinada sobre el pecho, entre la hermana ensimismada y el hermano investido por la madre con la dignidad del primogénito. De pronto