caen bien al viejo, porque era grande y fuerte y pasaba los ríos. De pronto el niño da una patadita contra el vientre del abuelo, llenandole de un pasmo supersticioso, porque es el punto justo donde le muerde la bicha.¿Tambiéncomprendeesoelniño?Girarápido la cabeza para escrutar la carita y vuelve a rozar así la mejilla infantil, provocando gemidos de protesta que le descomponen más todavía. -Es su barba, señor --dice una