estudiantes y, por supuesto, Valerio ante el magnetofón. El viejo no esperaba que el muchacho le llamara con tanto interés de parte del profesor. Su historia grabada, improvisada con retazos de otra, le había después avergonzado un poco, pero «¡caramba!, aquellas ruedasgirabanygiraban,noeracosademalgastar la cinta». No obstante, ellos desean continuar, incluso pagando treinta mil liras por sesión, y se disculpan de no dar más a causa de su reducido presupuesto. « ¡ Qué