en brazos. Entre tanto, pasa a la alcobita, contempla al niño y se dispone a sentarse en la moqueta. Pero no le da tiempo: aún suena el contrapeso del ascensor en el que baja Andrea cuando oyerechinarlaspoleasdeldeservicio...«¡Mefastidió la vieja! », piensa, mientras sale al pasillo de mala gana. Le detiene el asombro: frente al perchero, una muchacha cuelga una larga bufanda amarilla y se quita un