rojizas que la cierran. «¡Vaya torre! ¡Buena fortaleza, con sus aspilleras de tirador! Resistiendo como nuestros castillos; ésta no pudieron cargársela ni los aviones de Hitler... ¡Hasta conserva su campanile en todo lo alto!» Sedetieneanteunquiosco.Lefascinanlasportadas de las revistas; como a los niños las estampas. «¡Qué culos, qué tetas! Ahora lo enseñan todo. Da gusto, los ojos no envejecen... Pero también cabrea.