la mirada atrás y analizando las cosas con un enfoque retrospectivo, parecía obvio que aquella acumulación de indicios no era simple producto de la casualidad sino llevaba, por así decirlo, su propia dinámica, una dinámica todavía oculta, como ese caudaldeaguaenterradaquesehinchayagranda antes de aflorar súbita e impetuosamente: bastaba con remontarse al tiempo en que aparecieron los primeros signos ominosos y trazar un gráfico, un cuadro clínico, de su irresistible ascensión. Nada