abandono. Un día ella la guardó en la mesilla de noche entre otros objetos tuyos que no servían para nada. De vez en cuando Emilia guardaba silencio y su mirada se perdía en algo que yo no podía ver, pero que me esforzaba en adivinar. Pues sabía que te contemplabaati,sujetoaloshilosdesumemoria,auna edad que yo desconocía. Emilia era una mujer delgada, curtida en el silencio y en los hábitos de una criada, papel con el que ella se