niños se escapaban hasta ellas, pedían un bolado. Las madres acariciaban rápidas sus mejillas, repartían azucarillos, quejumbrosas pedían: --Ama, lléveselos al monte con la merienda. Cojan los chubasqueros por si acaso. Desdeelmonteseveíaelmar.Lasolasseestrellaban en las rocas. A lo lejos, una leve claridad anunciaba un sol probable. Quizá mañana... Una inmensa tristeza envolvía el recuerdo de aquellos veranos. Casi sin proponér, Julián empezó