a pegar, me va a pegar!». Mercedes, con insospechado rigor, le ordenó salir inmediatamente de la habitación, y ella misma fue quien descolgó el retrato y se lo entregó con brusquedad. Mientras Onésima lo contaba, Miguel pensaba que suabueloteníasusrazonesparacomportarseasí. Tuvo que repetirse esta misma justificación una semana después, cuando el abuelo aprovechó la ausencia de Mercedes para llevarse todos los cubiertos de plata. Una noche soñó que