visible. Una anciana de pelo canoso y sonrisa tenue le dijo mi niño, mi niño, por fin has llegado. «Ya casi no te acordarás de mí, la última vez que te vi aún no sabías hablar», añadió, y Miguel, dejandose besuquear, contemplólapanopliaconsablesylas cristaleras de colores. Después ella le tomó de la mano, dijo ya sabes lo que ha dicho el médico, que debes guardar cama una temporadita, y echó a andar