y hurgaba en su vientre sucio o en sus pechos viejos. Varias zonas de la piel de la abuela estaban ulceradas por el permanente contacto de las sábanas, y en sus miembros y en sus sienes afloraba el azul rebelde de sus venas, impreciso anticipo de la muerte. Miguelcontemplabaelmovimientososegadode la esponja y su madre sonreía con cansancio en los ojos y los labios. A veces canturreaba, débilmente secundada por la abuela, alguna de aquellas viejas cancioncillas en