y tenía el canto dorado, pero a ella no le atraía. --¡Tómalo! ¡Tómalo! Es tuyo. Te lo regalo. Recuerdo que el rostro de Bene se transformó al coger el libro. Sus ojos brillaron con ferocidad y un ataque de cóleralaconmoviódepiesacabeza. --¡Qué estás pensando, bruja! --dijo ella, tuteándola con desprecio y lanzando el misal contra una de las paredes. --¡Le quema las manos! --gritó asustada tía Elisa.