que tú la habías echado, por primera vez surgió en mí un amago de odio hacia ti. Y digo un amago, porque más adelante conseguíste despertar en mí una hostilidad más intensa que la de aquel día. Poco a poco, sinquetúloadvirtieras,fuiconectando,aunquetímidamente, con el exterior. Un día me invitaban a una fiesta. Tú no me dejabas ir, así como tampoco al cine con amigas o de excursión en bicicleta. De esa forma, gracias a ti,