o seis metros le separaban de Carmina y Fagin, que estaban apoyados en la puerta principal y tenían las caras muy juntas. Agus estuvo a punto de echarlo todo a perder cuando fue a esconderse detrás del mismo radiador y se tiró sobre la alfombra como un soldado que avanzaenplenabatallaesquivandolasgranadasdel enemigo. --¡Estúpido! Pero ni Carmina ni Fagin habían sentido nada. El le susurraba algo al oído y ella sonreía. Después él debió