desde el pasillo. «¿Otra vez a la iglesia verdad?» preguntaba con cierta aspereza, ¿no le tenía dicho que no quería que fuera con tanta frecuencia?, ¿no se lo tenía dicho? La abuela no contestó, cerró pausadamente la puertay,sinadvertirtodavíalapresenciadeMiguel, se encaminó en silencio hacia el salón. Pero el abuelo la apremió, ¡contesta!, y ella dijo que no podía faltar al funeral de Carmencita Villar, una