podido leerlo todavía. «Ha pasado un par de días fuera de casa», dijo sin mirar a su primo, que seguía lentamente las líneas del texto con la vista. --Con los periódicos y los botes de refresco montaremosunmercadoenlaescalera,¿teapetece? --añadió con excitación y, cuando volvió a mirar a Agus, éste ya había empezado a llorar y las lágrimas resbalaban por su mejilla. «¿Qué ocurre? ¿No