se tiró sobre la alfombra como un soldado que avanza en plena batalla esquivando las granadas del enemigo. --¡Estúpido! Pero ni Carmina ni Fagin habían sentido nada. El le susurraba algo al oído y ella sonreía. Después él debió de decir alguna barbaridad, porque ella se apartóofendidaylevantólamanocomosifueraa pegarle. El se echó a reír, dijo que guapa estás cuando te pones furiosa, y la agarró de la cintura y la besó en el cuello. Entonces Agus empezó a reírse