llevaba otra ropa que una amplia camisa de pijama. Miguel observó las iniciales bordadas en la solapilla: era el pijama del abuelo. --¿Quieres que te prepare un zumo? El niño asintió en silencio y, mientras ella exprimía las naranjas, observó sus piernas. Carmina lo advirtióy,sonriendobrevemente,moviólacabeza a ambos lados. --Eres igual que tu abuelo, igualito. Ahora, toma. Bebete el zumo y a la cama --ordenó con dulzura.