cerrada. Después de varios días de encierro, tía Elisa cambió el tono de su voz al dirigirse a él. Ahora parecía enternecida y temerosa ante aquella desmesura. Doña Rosaura ya no vivía en casa y Catalina subía y bajaba la escalera acadainstante,suplicandolequecomieraalgo.Perotantos ruegos y cariños llegaron demasiado tarde. Al fin hubo que forzar la puerta y entonces descubrimos a Santiago dormitando, hundido en una debilidad de muerte. Nada, absolutamente