mujer inmóvil le sigue contemplando enternecida. Sonrisa de niña descubriendo al hombre; mirada de madre ante el hijo en la cuna; emocionada serenidad de hembra colmada por su amante. -¡ Parece mentira que algo tan pequeño sea capaz de dar tanta guerra! -se desespera Anunziata, apartandoaBrunettinodelalatadelabasura. Desde que corretea por toda la casa, el niño los tiene en vilo a todos. Pero el viejo se esponja de felicidad. «Eso, niño mío, ¡guerra! », piensa. «¡Quien