las buenas noches. Quizás tú, tan absorbido siempre en otra cosa que yo desconocía, en aquel dolor por el que no me atrevía a preguntarte, no llegaste a ver cómo yo me sujetaba a ti en la vida y te reconocía como el único serquemeamabaincondicionalmente.Yesposibleque por eso yo fuera capaz de aquella paciencia que tanto te admiraba. Me ejercitaba con el péndulo, soportando horas de práctica, lentas y pesadas. Resistía el desánimo y el