--No... --respondió el anciano con cierta sequedad. Intuimos que había en su pasado una historia sentimental que el gárrulo estudioso se pirraba por contarnos, pero sea porque el cansancio nos tenía molidos, sea por timidez, sea por otra causa, ni la Emilianiyoatinamosahacerlelepreguntaque hubiera desencadenado su discurso. De modo que nos limitamos a aceptar con grandes muestras de alborozo y reconocimiento la hospitalidad que nos brindaba, si bien la Emilia