el volumen, la espléndida textura, el remate perfecto. La mujer, Genoveva, decía: «El dinero no da la felicidad.» Y los objetos caros que ella había acercado a su vida daban con su silencio una respuesta grata a los oídoscansados.«Seasientanaquí--pensabaJulián--; aquí han sido colocados, dispuestos, para llenar espacios vacíos... Pero sólo son testigos duraderos, testigos indiferentes a la dicha o la amargura que contemplan cada