la boca. Ella había cerrado los ojos y no se había estremecido, y en aquel momento David había creído oír, de hecho se había oído con claridad, una risita, un contenido murmullo, un siseo, el aviso de una presencia cercana, y entonces ellalohabíaapartadoconunleveempujónyél se había retirado temiendo una bofetada, así es como ellas solían reaccionar cuando algo no les gustaba, y bofetada no, pero Raquel se había marchado caminando