restablecida armonía... Julián deseó volver a un rato antes, cuando llegaron los chicos y él iba a marcharse y Genoveva le había dicho, quizá llevada sólo por la inercia del momento: --Quédate a cenar. Y él había aceptado espontáneamente, con el absurdo intentodeafirmaranteloschicossupertenenciaal mundo del padre, de reclamar su papel de amigo viejo, amigo inseparable, amigo desconsolado. Ahora estaba inquieto y desazonado, arrepentido de haberse quedado.