, nada de lo que él sugería, dijo: --No. --Pues te lo voy a dejar... Caminaron uno al lado del otro, pensativos. David no se atrevía a recordar lo del teatro. Mientras andaba repasólaescenadelataberna,yunavezmásadmiró a Julián, tan seguro de sí mismo, más seguro que el primo y el amigo revolucionario. Julián era capaz de reírse de todo y al mismo tiempo tomaba en serio lo que debe