la farmacia, para que las plantas salvadoras burlen los controles de Andrea y derroten al dottore. «En la guerra, engañar al enemigo, Brunettino mío.» El viejo de pelliza campesina y anticuado sombrero, que durante unos días dirigió la poda en el jardín yluegoseeclipsó,reaparecehoyempujandoorgulloso una sillita con un niño. Las mamás con sus críos le reciben como a un abuelo apacible haciendo de niñero, aunque basta una sola ojeada del hombre,